Nunca en mi vida me habían tratado con tan mala educación. Hemos llegado sobre las 9 de la noche y sólo ha faltado echarnos por atrevernos a pedir una cerveza con tapa. No podré olvidar nunca esa cara de odio. Y todavía me pregunto si era porque quería cerrar (a las 9, ojo) o por otra razón peregrina. Si el que nos ha atendido era camarero, muy mal, si era el dueño, mucho peor. Oiga, que pedir una tapa extra, por otra parte fría, no es ningún crimen.